La Interprofesional Española de la Naranja y la Mandarina, Intercitrus, afirma el total fracaso del plan de control implementado por el Ministerio de Agricultura para luchar contra la plaga del Cotonet importado de Sudáfrica y le pide que informe al sector de la hoja de ruta que se va a llevar a cabo para las siguientes cosechas, puesto que la del 2021-2022 ya se da por perdida. Intercitrus también va a solicitar responsabilidades e indemnizaciones para los agricultores cuyos cítricos se hayan visto afectados y no se puedan comercializar, los cuáles van a sufrir fuertes pérdidas económicas y un aumento en sus costes de producción por culpa de una plaga procedente de un país de fuera de nuestras fronteras comunitarias.
Los citricultores españoles ya están pagando las consecuencias de los tratados de comercio que firma la UE con el resto del mundo y la nula eficacia en términos de vigilancia y controles fitosanitarios en los puertos de entrada a Europa, que han supuesto la llegada descontrolada de productos de terceros países, donde sus protocolos de producción no se rigen por las mismas y estrictas normativas fitosanitarias y ambientales que en el continente europeo. Uno de los casos más graves afecta a nuestros cítricos y se llama: el Cotonet, una plaga importada de Sudáfrica, con forma de cochinilla, que avanza como la espuma y produce graves deformaciones en los frutos, impidiendo su comercialización. El temido Cotonet de Sudáfrica llegó a España en 2009 y, desde entonces, ha avanzado sin control, extendiéndose por la Comunidad Valenciana, donde tiene presencia y ha causado daños en 80 municipios: 30 en Castellón, 45 en Valencia y 5 en Alicante.
Llegado este punto, Intercitrus considera que es una realidad que el plan de control implementado por el Ministerio de Agricultura para controlar el Cotonet de Sudáfrica ha sido un fracaso, pues la plaga, lejos de mostrar contención o retroceso, ha seguido expandiéndose como una mancha de aceite por toda la Comunidad Valenciana y ya se conocen casos en Andalucía, Murcia y Cataluña.
“Tenemos un plan de control que ha fallado y ha demostrado ser totalmente ineficaz. La pregunta es ¿y ahora qué? Lo cierto es que la próxima campaña para muchos citricultores ya está perdida, pero necesitamos conocer la hoja de ruta de cara a las siguientes cosechas y cómo nos vamos a preparar para la que se nos viene encima. Necesitamos obtener respuestas de la Administración, que nos indique que le decimos ahora a nuestros agricultores, como tienen que actuar, cuando se están viendo afectados por una plaga importada, en la que no tienen por qué asumir unos costes innecesarios y que, además, no se les están facilitando herramientas eficaces para contenerla. En definitiva, queremos saber cuál es la estrategia que tiene la Administración para controlar este desastre”, denuncia el presidente de Intercitrus, Ramón Espinosa.
Respecto al protocolo de lucha que se estableció desde la Conselleria de Agricultura de la Comunidad Valenciana, Intercitrus lamenta la falta de información de algunos procesos, así como una mayor inversión y el hecho, no menos importante, de haber llegado tarde y mal, como ha ocurrido con la gestión de las trampas por parte de este organismo. En primer lugar, la gestión de las trampas que se debían facilitar a los agricultores no ha sido buena y no ha llegado ni en tiempo ni en cantidad suficiente para una estrategia de lucha que podía haber rebajado población. Asimismo, dentro del protocolo que estableció el Ministerio de Agricultura hay un desconocimiento total sobre la efectividad de algunas de sus herramientas. Por ejemplo, desconocemos si la lucha con fauna auxiliar con la liberación en 2019 de un parasitoide como el Anagyrus aberiae, ha tenido algún resultado. En esta misma línea, tampoco sabemos cómo ha actuado el depredador Cryptolaemus, el cual tiene el inconveniente que actúa en verano, cuando los daños del Cotonet ya están presentes, pero nos sirve para rebajar población para el año siguiente, una estrategia interesante, pero de la que no hay suficiente inversión pública. A parte de esto, tenemos un problema importante con las hormigas porque protegen al Cotonet y no tenemos herramientas fitosanitarias para controlarlas.
Asimismo, el presidente de Intercitrus también se refiere, dentro de la estrategia fallida del Ministerio de Agricultura para detener esta plaga importada, a la ineficacia de los productos fitosanitarios empleados, que no han tenido una efectividad comparable al metil-clorpirifos, no autorizado por la UE hace un año. “Lo que está claro es que las materias activas no están funcionando. No sabemos si porque no son eficaces, porque no se emplean con los niveles adecuados, porque la dosis no es la correcta, porque falla el sistema de aplicación … El control químico no está funcionando, por lo que haría falta investigar que más materias activas hay disponibles, aunque en estos momentos no estén autorizadas para cítricos pero que puedan funcionar en base a pruebas y se puedan llegar a autorizar”, matiza Espinosa
Por otro lado, la Interprofesional española de la naranja y la mandarina va a solicitar ayudas indemnizatorias para los agricultores cuyos cítricos se hayan visto afectados y no están pudiendo comercializar su cosecha, puesto que ya hay cooperativas que han avisado a sus socios que no recolectarán las parcelas afectadas.
“Una vez más, queda demostrado que los puertos europeos de entrada de cítricos son auténticos coladeros de plagas y de material tratado con sustancias perjudiciales para la salud del consumidor y para el medio ambiente. Por culpa de esta laxitud en los controles nos han llegado plagas como el Cotonet que afecta a los cítricos. Por lo que entendemos que hay responsables y responsabilidades que alguien debe acatar y que estos daños tienen que sufragarse de alguna manera por quien competa”, denuncia Espinosa, que también vuelve a exigir para proteger nuestras producciones frente a esta y otras plagas, además del control riguroso en los puertos, la implementación de los tratamientos de en frío para todos aquellos cítricos procedentes de fuera de las fronteras comunitarias”.